Columna Vigía

20 de abril de 2018

La Xochipila, un legado de fertilidad.

Laura Fosado Santamaría.  Vigías del Patrimonio Cultural de Puebla

Uno de los pueblos que llegaron a Xicotepec de Juárez, Puebla, fue el tolteca, proveniente de Tula, su capital. En una de tantas migraciones se dirigieron a Chichen Itzá, en Yucatán, donde dejaron cómo muestra de su conocimiento la formación de la serpiente emplumada que se logra visualizar durante los equinoccios.

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Se cuenta que, en el Centro Ceremonial La Xochipila, ubicado en Xicotepec, dejaron el testimonio de ese conocimiento cosmogónico con el juego de luz y la formación de la serpiente, pero en el solsticio de verano, y mientras que los más ancianos se quedaron, los jóvenes continuaron la migración.

 Al poco tiempo llegaron los otomís y los totonacas, quienes reconocieron el valor del conocimiento cosmogónico que dejaron los toltecas llamándole a esta región el lugar del kakolum, que quiere decir el lugar de los que saben o el lugar de los ancianos que ya tienen experiencia, es decir, el pueblo de hombres maduros.¿A la llegada de la cultura española se estableció la creencia católica como religión y se propago en todo México. Coatl, gobernante de Xicotepec y nieto de Nezahualcóyotl recibe el nombre de Juan al ser bautizado. Sus habitantes, al no poder continuar con sus ritos anteriores, ahora llamados paganos, se encuentran con la interrogante de cómo continuar celebrando sus tradiciones, como la relacionada con las ofrendas a la marcha del tiempo celebrada cada 20 días. La contabilidad de esos 20 días representaba un mes, cada año tenía 18 veintenas, 360 días, y los restantes eran divididos entre los cuatro puntos cardinales, entonces cada año eran aportados 5 días por cada punto cardinal, lo que definía cuál de estos puntos influiría cada año: el Norte es tecpatl o pedernal, el Oriente es acatl o caña, el Sur es tottli o conejo, el Poniente es calli o casa. Hasta hoy, la tradición de ofrendar a la marcha del tiempo continúa viva en Xochitepec.

Las comunidades indígenas que habitan alrededor de Xicotepetl según la literatura encontrada reconocen a 9-viento Chignahui Ejécatl, designación de Quetzalcóatl quien en espíritu vive en Xochipila y a quien se le hacen estas ofrendas. Al morir Juan Coatl queda su hijo Miguel del Águila; sin embargo, los españoles le quitan la autoridad del linaje, no lo reconocen como gobernante y nombrar nuevas personas a quienes pudieran controlar. Esto provocó en Miguel del Águila la preocupación por conservar la tradición de Xochipila y la marcha del tiempo. Los franciscanos pusieron a San José como patrono del pueblo y autorizaron a las danzas nativas en ese tiempo para presentarse en los festejos de los nuevos santos patronos, aunque para los habitantes originarios no era precisamente ese el motivo, sino seguir la tradición de la Xochipila.

Más adelante, los Agustinos notan que se celebraba con más fervor a San Juan, y deciden nombrar a San Juan Bautista como patrono de la iglesia. En ese momento los xicotepecanos debieron pensar nuevamente en cómo ocultar a la autoridad española el festejo a Quetzalcóatl durante la celebración a San Juan Bautista. La solución fue hacer pensar a los Agustinos que el juego de luz que se observa durante el equinoxio no representaba a una serpiente emplumada, sino a un pez, símbolo del catolicismo o cristianismo; de esta forma evitaron la destrucción de xochipila. Al presentarse el pez las autoridades católicas respetaron y gracias a eso se conserva como un centro ceremonial activo.